Mischa Park-Doob
23/10/96
Español 311, Sprague
Composición n°3

El milagro ficticio

.........Sentado en el borde de la calle, Paco miraba la escena que pasaba enfrente. Éste no parecía más que otro pedazo de basura tirado en la cuneta; tenía la ropa muy descuidada, pues, no poseía más que los trapos que se había puesto. Miraba los carros y los autobuses, los hombres bien vestidos y ensimismados, y entretanto le flotaba el olor vomitoso de la cuneta y su basura. Paco miraba esta escena con un odio ardiente; odiaba la ciudad entera por su riqueza y su éxito, cosas que a él se le habían negado. La sociedad le había rechazado y ahora la gente le despreciaba como si fuera una lata mohosa que sólo sirve para ser pisoteada.

.........Un cuervo se detuvo enfrente de sus pies para probar un trozo deleitable de basura. Se quedó un rato, picoteándolo como si su nariz negra fuera un cuchillo y la basura un gran enemigo. Entonces, como todos los días, un policía llegó para decirle a Paco que se moviera inmediatamente porque su presencia hacía daño a la imagen positiva de la bella ciudad. Paco se levantó para encontrar otra cuneta; entró en la calle sin mirar alrededor—y de repente le aplastó un autobús inesperado.

.........Paco, mientras el autobús le pasaba por encima, de repente sintió surgir en su cuerpo una fuerza interna; agarró el bus por el eje y levantó todo el vehículo hacia el cielo. Se paró, sosteniendo el bus arriba con una sola mano, y quedó estupefacto. No se movió hasta que los chillidos aterrorizados de la gente en el bus le sorprendieron; entonces dejó caer el autobús a su lado. Aun más extraño, el bus se marchó como si nada hubiera pasado, y Paco se quedó en el centro de la calle con una expresión de pura maravilla. Se sonrió como un mono y empezó a reírse a carcajadas, pensando que si ahora era superpoderoso, podía matar a ese imbécil de policía. Quizás un tipo de explosión sería divertido—y de repente oyó un estallido tremendo desde atrás y vio con horror que donde había estado el policía, ahora sólo quedaba un cráter ensangrentado.

.........En ese momento se le ocurrió una idea malvada: ahora, después de tantos años de opresión, podía tomar venganza en la gente cruel de esta ciudad maldita. Sin pensar más, se puso a volar y subió unos mil metros, hasta que pudo ver toda la gran extensión grisácea de la ciudad. Tendió un dedo hacia abajo, y por su voluntad se lanzó una terrible onda expansiva de fuego azul. Las llamas brillantes aniquilaron la ciudad, incinerando todo. Paco descendió para ver la escena: la ciudad se había convertido en una cáscara negra de cenizas; el estrépito de la gente y todas sus actividades se había apagado y no quedaba más que un puro silencio mortal.

.........Pero Paco no se alegró, sino sentía en sí mismo un vacío seco, una falta de emoción. Se había equivocado—lo que quería era la alegría, no una venganza terrible que transformara a millones de personas en masas crujientes de cenizas. Cerró los ojos e imaginó un mundo donde podría estar contento, y al abrirlos vio que se había reconstituido la ciudad y que los habitantes estaban completamente vivos. Ya no estaba vestido de trapos olorosos, sino de un traje lindo de seda con zapatos de la piel más fina. Empezó a caminar por las calles, las cuales ya no estaban inundadas de basura, y sus zapatos hicieron un sonido metálico a cada paso, porque el pavimiento era de oro. Por todas partes, no permanecía ningún rasgo de la pobreza que había cubierto la ciudad antes, y todas las personas llevaban expresiones risueñas. Mientras Paco miraba los edificios magníficos de varios colores brillantes, oyó una voz dirigida a él: —¡Bienvenido!

* * *

.........El corazón de Paco por fin dejó de latir; su sonrisa se transfiguró en una expresión vaga. Algunos peatones se habían parado para ver con desdén al vagabundo feísimo que estaba tirado en el centro de la calle en un mar de sangre, y entretanto se oía acercar la sirena de una ambulancia inútil. En otra calle, un hombre bien vestido y ensimismado pasó delante de un mendigo desesperado y le escupió en la mano.